El Antiguo Egipto tiene muchos misterios, pero pocas personas conocen los relacionados con uno de los más enigmáticos faraones de la Tercera Dinastía: Sa-Nakht, el faraón gigante.
Gobernó durante el 2.650 a. C. como sucesor de Jesesemuy. La historia sobre Sa-Nakht nos cuenta que estuvo en el trono durante 18 años… de resto, solo se sabe que se casó con Iniciadas.
El hallazgo de su tumba fue toda una sorpresa para los arqueólogos; en 1901, en las cercanías de Beit Khallaf, se encontró una serie de tumbas pertenecientes a la Tercera Dinastía.
Sin embargo, una de las tumbas fue la que llamó la atención, pues sus dimensiones eran mucho mayores que el resto y que todas las encontradas en la antigüedad. Era la tumba de Sa-Nakht.
El faraón gigante
Sa-Nakht, según los estudios, midió alrededor del 1.90 metros de estatura. A pesar de que actualmente no es una estatura sorprendente, para la época, era todo un gigante.
El descubrimiento de un hombre de esa envergadura ha sido único durante milenios. Esto llevó a que se estudiara detenidamente.
Existen ciertas inconsistencias con el hallazgo del faraón gigante. La primera es el lugar donde se encontró la tumba. Por ejemplo, se suponía que su sepulcro estaba ubicado en Abu Roash.
Otra de las inconsistencias relacionadas a Sa-Nakht proviene de su propio tamaño. En términos generales, la altura promedio del Antiguo Egipto era alrededor de 1.60 metros debido a los hábitos alimenticios.
Pero los huesos encontrados eran extremadamente largos. A partir de ese momento, la fascinación científica y antropométrica por el faraón gigante nació.
Se estudió cada parte encontrada, especialmente las medidas craneales. Cuando se compararon los datos existentes sobre la anatomía de antiguos egipcios con la de Sa-Nakht, se dieron cuenta que su tamaño era anormalmente grande.
Sus dimensiones se salían totalmente de la media egipcia. Era demasiado alto.
Al realizarse otros análisis, se descubrió una supuesta anomalía en la región de la mandíbula. Esto llevó a los expertos a suponer que padeció de acromegalia.
La acromegalia es una patología que provoca que la glándula pituitaria genere más hormona somatropina de la necesaria, provocando un crecimiento desproporcionado del organismo.
Esta patología se manifiesta especialmente en la cara, cabeza y extremidades. Además puede generar defectos en órganos.
Sin embargo, en el caso de Sa-Nakht, salvo la «anomalía» en su mandíbula, el resto de su cuerpo concordaba a la perfección con el largo de sus extremidades. Su cuerpo era proporcional.
Sa-Nakht ¿Descendiente de los Nephilim?
Jamás se encontró un registro o mención de malformaciones en Sa-Nakht durante su niñez o adultez, lo que complica aun más las cosas a los científicos.
Pero las investigaciones en los restos del gobernante continúan y, de hecho, próximamente realizaran un análisis de la genética de este carácter. Esto confirmaría de una vez por todas si sufría acromegalia o su tamaño era de «origen natural».
Aunque los expertos ya manifestaron que la prueba será «muy complicada», pues necesitan ADN en perfecto estado para hacer el análisis genético.
Otro grupo de arqueólogos e historiadores han sugerido hipótesis alternativas que no gustan mucho dentro de arqueología convencional.
Por ejemplo, es posible que Sa-Nakht esté relacionado a los antiguos Nephilim mencionados en la biblia y los textos apócrifos que la Iglesia Cristiana no acepta como canónicos.
Uno de estos textos antiguos es el Libro de Enoc, que nos muestra una visión totalmente diferente los ángeles, los ángeles caídos y los gigantes.
El texto relata la caída de los «Vigilantes», un grupo de ángeles que se relacionaron con mujeres humanas y engendraron a los Nephilim.
Estos gigantes sembraron terror durante su existencia y terminaron siendo eliminados durante el Diluvio Universal. Sin embargo, se han encontrado textos en diferentes culturas antiguas que mencionan la supervivencia de algunos.
¿Podría Sa-Nakht estar relacionado con estos seres antiguos? La posibilidad de que un descendiente de un Nephilim haya gobernado en Egipto no es algo que pueda caer bien dentro de la religión o la arqueología convencional, por lo que es muy probable que la verdad se mantenga oculta.
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