Muchos arqueólogos y buceadores aseguran haber encontrado grandes columnas y calles paralelas, formando una ciudad sumergida en el fondo del Mediterráneo
Pablo Villarrubia Mauso es licenciado en periodismo por la facultad Cásper Líbero de Sao Paulo, ciudad que le vio nacer en 1962. De padres españoles, se interesó de forma muy temprana por el mundo del misterio, en gran parte empujado por su abuelo que le transmitió la pasión por los viajes y el conocimiento.
En 1989, cuando trabajaba para un semanario de Sao Paulo ya tuvo la oportunidad de entrevistar a personalidades como J.J. Benítez o Fernando Jiménez del Oso. Éste último le propuso colaborar en su revista “Más Allá”, y así fue como Pablo Villarrubia regresó a España.
Su carrera es dilatada, pasando siempre por revistas del mundo ufológico y parapsicológico, teniendo la oportunidad de trabajar y entrevistar a numerosas personalidades especializadas en diferentes materias, como la arqueología, que le captó especialmente la atención.
En 2005 se doctoró en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid, presentando su tesis doctoral “Periodismo arqueológico y empresa informativa”, siendo la primera tesis presentada sobre este género en España.
Actualmente hemos podido conocerlo todos por ser uno de los colaboradores estrella del programa Cuarto Milenio, especialmente por sus conocimientos sobre criptozoología y sus expediciones en busca de lugares extraordinarios, pero también sigue colaborando con otros medios como prensa escrita.
Además, su dilatada experiencia en viajes y arqueología le ha llevado a estar vinculado a proyectos sobre novela histórica, obteniendo un gran éxito como escritor.
En el próximo Ufology World Congress que se celebrará los próximos 25, 26 y 27 de septiembre en Barcelona tendremos el placer de poder tenerle como ponente de auténtico lujo.
En busca de ciudades sumergidas en Menorca
En 2012, Pablo Villarrubia emprendió una aventura increíble en Menorca con el fin de investigar sobre las leyendas de las ciudades sumergidas de la isla.
A raíz de leer el libro de Carlos Garrido “Menorca Mágica”, Pablo contactó con el director del Ecomuseu Cap de Cavalleria, Fernando Contreras, para poder registrar imágenes submarinas e investigar en la zona de Sanitja y Son Bou.
Desafortunadamente, este museo tuvo que cerrar sus puestas recientemente después de 16 años de actividad, investigación activa y miles de visitantes, debido a la falta de apoyo institucional, cosa que nos parece terrible, después del expolio de restos arqueológicos y la pérdida patrimonial tan importante a la que ha sido sometida Menorca durante decenios.
Pablo emprendió esta expedición movido por su tremenda curiosidad afirmando a la publicación digital “Menorca” en una entrevista que se le hizo al respecto, que “detrás de una leyenda puede haber una verdad”. Y parece que no iba desencaminado…
Villarrubia hizo inmersiones, junto con el resto del equipo en Son Bou en busca de una ciudad que por lo visto fue tragada por las aguas y es conocida como Sa Canessia.
Se apoyaron también de medios aéreos para grabar, ya que desde el aire, a 300 metros de la playa y a unos 15 metros de profundidad se pueden ver los restos de estas ruinas.
Algunos la tratan como leyenda, al no poder comprobarse con seguridad que esta ciudad exista como tal, argumentando que los restos encontrados corresponden con la forma abrupta del propio fondo marino, pero sí es cierto que muchos arqueólogos y buceadores, algunos de la talla de Jacques Cousteu, que fondeó con su legendario buque Calypso en Son Bou, para investigar estas ruinas, aseguran haber visto grandes columnas y largas calles paralelas hechas con grandes piedras rectangulares.
Por otra parte, arqueólogos como el menorquín Josep Mascaró Pasarius han investigado los muros sumergidos de Sa Canessia, teniendo constancia de la existencia de esta ciudad sumergida por escritos encontrados datados en el s. XVIII.
Lo cierto es que no se conoce quien habitaba esta ciudad, y parte de culpa la tienen los expolios a los que han sido sometidas las Islas Baleares de forma sistemática, vendiendo en mercadillos turísticos a precio de saldo todo tipo de restos arqueológicos de gran valor cultural.
A raíz de la visita de Jacques Cousteau a Baleares y por el tesón de sus arqueólogos, se ha conseguido que Menorca sea reserva de la biosfera, y la Guardia Civil se ha involucrado de forma activa en conseguir recuperar gran parte de las piezas expoliadas.
Pero con independencia de todo expolio, curiosamente, estos restos están muy cerca de los restos de la Basílica paleocristiana de Son Bou y de la necrópolis talayótica más importante de Menorca.
Las primeras cuevas se empezaron a picar en la Edad de Bronce, y en su interior se llevaban a término rituales de inhumación. Las cuevas más grandes y accesibles corresponden a la Edad de Hierro y realizaban, tanto ritos de enterramientos con cal como cremaciones.
En la época romana ya no se utilizaron como necrópolis, pero hasta hace bien poco se seguía peregrinando religiosamente, como bien testifican sus lápidas e inscripciones.
Todos estos hallazgos próximos, hace suponer que debía de existir algún asentamiento o ciudad de dimensiones considerables cerca, sin embargo, en tierra no se han encontrado restos… Pero sí se ha encontrado algo que podría serlo en el mar.
Pablo Villarrubia emitió las imágenes encontradas bajo el mar, pero una vez más, tal y como se ha hecho en otras ocasiones hay que suponer lo que se ve, sin poder datar nada con exactitud.
Aunque con la explotación a la que se está sometiendo a la isla no nos extraña, de hecho, un enclave arqueológico tan importante como esta necrópolis talayótica se ha convertido en un apeadero de barcos, los cuales clavan sus anclas en el fondo marino destrozando todo lo que encuentran.
El gobierno balear se ha preocupado de anunciar a bombo y platillo en todas sus webs gubernamentales que todo resto arqueológico encontrado ha sido depositado en el museo balear, sin embargo, visto el trato que se le dio al Ecomuseo Cap de Cavallería que sí se preocupaba “in situ” de difundir e investigar tan importantes restos arqueológicos, nos resulta preocupante tanta insistencia en asegurar que todo está seguro.
De hecho, las actuaciones de la Guardia Civil buscando restos arqueológicos no dan pie a pensar que se ha actuado de la forma más correcta.
Una vez más, nos remitiremos a la frase textual de Pablo Villarrubia: “Detrás de toda leyenda puede haber una verdad”. O dicho de otra forma… “Cuando el río suena, agua lleva”.
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REDACCIÓN: Ana Escudero Satorres
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