En la madrugada del 25 de Abril de 1998 se produjo entre Sevilla y Huelva lo que pudo haber sido el mayor desastre ecológico de España.
En el término municipal de Aznalcóllar, a unos 50 kilómetros de la capital hispalense, tiene su asentamiento la presa de la compañía sueco-canadiense Boliden – Apirsa, dedicada a la minería y destinada al depósito de residuos industriales pesados derivados del lavado y limpieza de la pirita, mineral de hierro, cobre, plomo y mercurio.
Aquella madrugada un fatal corrimiento de tierras provocó que el contenido de tal almacenamiento anegara todos los terrenos circundantes, produciendo una riada tóxica que se extendió y arruinó, agrícola y económicamente, un gran número de comarcas vecinas situadas en el recorrido de lo que se ha denominado la “ola tóxica”, hasta finalmente alcanzar el entorno natural del Parque Nacional de Doñana, que se vio afectado parcialmente. De haber dañado más seriamente tan bello paraje, hoy sin dudas estaríamos hablando del mayor desastre ecológico de España.
En una primera investigación se determinó que el desastre fue debido a un desafortunado corrimiento de tierras, aunque esta explicación no tuvo en consideración sucesos de otro tipo que también se produjeron esos días en aquellas tierras…
Mucho antes de que se produjera el desastre ecológico, la zona de Aznalcóllar era ya famosa -al menos en los círculos ufológicos- por estar enclavada en lo que algunos investigadores denominan como el Triángulo magnético, evocando al famoso Triángulo de las Bermudas, y cuyos vértices serían ubicados en las localidades y entornos de Gerena y El Castillo de las Guardas.
Un «triángulo» conocido por los innumerables fenómenos ufológicos que en él se han producido, como avistamientos de OVNIs y luces extrañas, casos de VdD -visitantes de dormitorio- e incluso encuentros con humanoides.
Tan abundante -ufológicamente hablando- es dicho enclave que en muchas ocasiones ha sido el lugar elegido por diferentes asociaciones y grupos de Ufología para realizar distintas alertas OVNI con excelentes resultados. La zona en sí es lo que se denomina un «punto caliente», característica compartida en los últimos meses por las vecinas localidades de El Garrobo e Higuera de la Sierra.
Pues bien, justo en la madrugada del 24 al 25 de Abril de 1998, sobre las 4:00 h.- 4:30 h., se produjo un espectacular avistamiento OVNI. Mientras circulaba con su vehículo por la N-433 camino de su domicilio, sito en un cortijo de una pedanía de la localidad onubense de Aracena, un testigo que desea preservar su identidad se vio sorprendido por una extraña e intensa luz que surcaba el cielo nocturno de la zona y que, según explicó, alternaba lentamente los colores blanco brillante y rojizo anaranjado mientras oscilaba arriba y abajo siempre sobre la misma zona.
Como quiera que el testigo, buen conocedor de estos parajes, observó el objeto durante largo tiempo mientras conducía, pudo calcular su posición aproximada y ésta era, sorprendentemente, la zona de Aznalcóllar y los terrenos pertenecientes a Boliden-Apirsa. En declaraciones posteriores, este testigo manifestó su sorpresa tanto por la ubicación de la extraña luz como por su «empeño» en mantenerse sobre ese lugar determinado y particular.
Dos días después de la rotura de la presa, se trasladó a Gerena a fin de llevar a reparar su receptor de televisión. El técnico local, Joaquín Mateos Nogales, resultó ser también ufólogo e investigador, por lo que le confió el singular suceso del que había sido protagonista.
Finalmente ambos entraron en contacto con otro conocido ufólogo sevillano, Ignacio Darnaude, quién también manifestaría su sorpresa ante el hecho de que el avistamiento se hubiera producido horas antes de la fatal rotura que provocó el vertido de la presa de Aznalcóllar.
Pero no acabó ahí todo. Aproximadamente a las 23.30 horas del día 30 de Abril del mismo año, se produjo un nuevo avistamiento. En esta ocasión, los testigos fueron cuatro personas que, al igual que días antes, circulaban, con un vehículo por la N-433 camino de la localidad de Higuera de la Sierra eran testigos nocturnos del misterioso vuelo de una formación de aeronaves de origen desconocido en dirección hacia El Garrobo, siendo tan precisa y detallada su observación que pudieron apreciar hasta los «orificios» de las ventanillas.
Concretamente el incidente tuvo lugar cerca de la localidad de El Garrobo, en una curva que se dirige a la denominada Venta Alto. Los protagonistas del mismo se vieron sorprendidos de repente por una formación compuesta por tres objetos que -según dijeron- emitían una fuerte luz que alternaba los colores blanco y rojizo.
La noche era tan clara que los sujetos -que se encontraban a unos 150 o 200 metros de los objetos volantes- pudieron divisar, incluso, lo que para ellos afirmaron eran ventanillas. Ninguno de los cuatro dudó en realizar la descripción del suceso.
Los Objetos Voladores No Identificados -aseguraron- parecían seguir una ruta lineal entre las localidades de Gerena y El Garrobo (también dentro del famoso Triángulo Magnético). De hecho, dos de los testigos -Lina Ramírez, directora de una institución social en Higuera de la Sierra, y el estudiante Javier López- pudieron observar el singular vuelo de estas naves.
Al parecer, avistamientos como los descritos son, tal y como aseguraba el investigador Joaquín Mateos Nogales, de lo más frecuente en estos parajes. Incluso -según explicó- se han dado fenómenos de aterrizaje, como por ejemplo el que se produjo en el sector de las fincas Dueñas, Alegría y Los Garabatos, en Aznalcóllar.
Estos sucesos provocaron que algunos hubieran relacionado la catástrofe de Boliden-Apirsa con la actividad ufológica observada en la zona. Una hipótesis un tanto descabellada pero que, sin duda, vendría muy bien a los intereses de la citada empresa que, acosada por las asociaciones de consumidores y ecologistas, trataba de evadir su responsabilidad con explicaciones como ésta: «La presa presentaba una actividad normal en este tipo de instalaciones y todo se ajustaba a lo dispuesto en la Ley».
Relacionados o no con este desastre, lo cierto es que los avistamientos de OVNIs han seguido siendo frecuentes en la zona, especialmente durante los pasados meses de Octubre y Noviembre.
Respecto a los objetos observados los días 24 y 30 de Abril de 1998, hay otros datos que afianzan la hipótesis de que lo que vieron los testigos sobre el cielo fueron en realidad OVNIs.
Así, según las informaciones facilitadas por el Control de Vuelo de Sevilla, el 24 de Abril la zona en la que tuvieron lugar los avistamientos no registró tráfico aéreo alguno, ni de helicópteros ni de aviones. Por su parte, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) confirmó paralelamente que tampoco se había realizado ningún vuelo experimental en la zona.
Por el contrario, en los días inmediatamente posteriores al desastre los cielos de aquel enclave se vieron surcados por un inusual trasiego de helicópteros de la Policía, Guardia Civil, DGT -Tráfico- y medios de comunicación.
En cualquier caso, lo cierto es que las luces observadas por los testigos de estos incidentes no pudieron ser provocadas -como se apuntó- por potentes fuentes de luz supuestamente pertenecientes a la presa ya que la instalación carecía de un mínimo de iluminación o señalización luminosa. Es decir, en aquellos momentos no había luz suficiente como para generar un fenómeno de tales características.
Y aunque el Instituto Nacional de Meteorología indicó que la noche del 24 de Abril fue algo nubosa, estas condiciones no justifican que las luces observadas por los testigos fueran el producto de algún tipo de manifestación atmosférica, ya que los avistamientos fueron -siempre según quienes los presenciaron- lo suficientemente claros como para no prestarse a la duda.
No parece desacertado, entonces, plantear la hipótesis OVNI –como algo que vemos en el cielo y no sabemos lo que es, dejando HET (Hipótesis Extraterrestre) a parte- dado que la zona geográfica comprendida entre Aznalcóllar, Gerena y El Castillo de las Guardas, el denominado como Triángulo Magnético, ha sido escenario de numerosos avistamientos.
Otra cosa es tratar de relacionar estos hechos con catástrofes como la de Aznalcóllar hace 20 años, si bien es cierto, por otra parte, que no es la primera vez en la que los avistamientos se producen antes o durante una desgracia provocada por causas naturales o humanas…Pero, ¿quién podría asegurar que «ellos» han tenido algo que ver?
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