El teletransporte consiste en el traslado de una persona u objeto de un lugar a otro instantáneamente. Existen numerosos relatos de personas que supuestamente han desaparecido de repente, y podemos encontrarnos con este fenómeno en los mitos y leyendas de muchas culturas.
En los últimos siglos, ha habido muchos rumores en torno al teletransporte que aún están por explicar. Uno de lo incidentes más famosos de este tipo tuvo lugar en 1593 cuando un soldado extrañamente vestido apareció entre los centinelas que guardaban la Plaza Mayor de Ciudad de México.
Este soldado vestía lo que parecía ser el uniforme de un guardia, pero que no se parecía en absoluto al que llevaban el resto de guardias que le rodeaban. Es el caso de Gil Përez, un soldado acantonado en Filipinas que apareció repentinamente en México, a más de 9.000 millas náuticas de Manila, donde se encontraba. Un caso que figura en los registros oficiales de México y que nunca se ha resuelto.
Un típico soldado español
La historia de Gil Pérez se remonta al siglo XVI, cuando era soldado español y guardia del Palacio del Gobernador de Manila, en Filipinas. Su vida era más o menos la típica de un soldado durante esta época hasta la mañana del 24 de Octubre de 1593. Ese día, Pérez estaba de guardia en el palacio cuando algo bastante extraño ocurrió.
De un palacio a otro
Al ser el día cada vez más caluroso, Gil decidió descansar apoyándose en una de las paredes del palacio y cerró los ojos por un momento. Tras abrir los ojos pocos segundos después, Gil se dio cuenta de que ya no estaba en el palacio, sino apoyado en la pared de un edificio completamente diferente.
Aún vestía el uniforme de los guardias del Palacio del Gobernador de Manila, que no resultaba nada familiar en aquel lugar, y la gente empezó a acercársele para hacerle preguntas. Pérez admitió que aunque se daba cuenta de que ya no estaba en Filipinas, no tenía ni idea de dónde se encontraba ni de cómo había conseguido llegar hasta allí.
Gil Perez en México
Cuando los oficiales le explicaron que se encontraba en Ciudad de México, Pérez se negó a creerlo, replicando que había recibido órdenes en la mañana del 23 de Octubre en Manila y que era imposible que hubiera llegado a Ciudad de México en la tarde del 24.
Pérez fue llevado ante el Tribunal de la Santa Inquisición y allí se interrogó al soldado exhaustivamente. Al parecer contó a las autoridades que había viajado de Manila a México “en menos tiempo de lo que tarda en cantar un gallo.” Durante el interrogatorio, Përez repitió la misma historia una y otra vez, siendo recogido su testimonio por el fraile Gaspar de San Agustín. He aquí las declaraciones de Pérez tal y como las transcribió el fraile:
«Mi nombre es Gil Pérez,” testificó el soldado. “En cuanto a estar aquí de guardia, hago en la medida de lo posible lo que se me ordenó. Se me ordenó esta mañana montar guardia a las puertas del Palacio del Gobernador de Manila. Sé muy bien que este no es el Palacio del Gobernador y evidentemente no estoy en Manila. Por qué o cómo ha podido ocurrir, lo desconozco. Pero estoy aquí, y este es algún tipo de palacio, así que cumplo con mi deber en la medida de lo posible. La pasada noche, al gobernador de las Filipinas, Su Excelencia don Gómez Pérez das Mariñas, le cortaron la cabeza con un hacha y murió por esta causa.»
El asesinato del gobernador
El Gobernador de las Filipinas había sido asesinado por remeros chinos cuando se dirigía con una flota de galeras a sitiar Ternate, en Cavite. Deseando mostrar un gesto de buena voluntad, Das Mariñas no encadenó a los remeros, como era costumbre en la época, y les permitió llevar armas. Tres días después de que Das Mariñas zarpara de Manila, los chinos le mataron, a él y a la mayor parte de sus hombres mientras dormían, apoderándose de la galera.
Salvado por un galeón
Los miembros del tribunal de la Inquisición no creyeron la historia de Pérez, y le encerraron en prisión por deserción reconocida y la posibilidad de encontrarse al servicio de Satanás. Durante dos meses, Pérez permaneció en un calabozo de Ciudad de México, hasta que llegó un Galeón (barco mercante Español) procedente de Manila. Trajo nuevas de que el Gobernador Das Mariñas había muerto asesinado en las Molucas por piratas, justo como Pérez había descrito meses antes. Más aún, uno de los pasajeros del barco reconoció a Gil y juró haberle visto en Filipinas el 23 de Octubre marchando con la guarnición del palacio.
El Santo Tribunal de la Inquisición de México pareció no tener otra opción que creer la historia de Pérez, que fue consiguientemente liberado de la cárcel y enviado a casa. Pérez regresó a las Filipinas y se reintegró a su antiguo puesto como guardia del palacio, llevando al parecer a partir de entonces una vida ordinaria y tranquila.
Un misterio sin resolver
La historia es un intrigante caso acerca del teletransporte que ha llegado hasta nosotros después de 400 años. Algunos historiadores, como Mike Dash, objetan que el incidente solo figura en textos escritos de un siglo después de que supuestamente tuvieran lugar los hechos y alberga grandes dudas sobre su autenticidad. Otras fuentes afirman que la historia es lo suficientemente creíble y que incluso existe un documento que atestigua su veracidad que puede ser consultado todavía en los archivos de Sevilla y Ciudad de México.
Como en el pasado, sigue siendo a día de hoy un enigma de la historia sin resolver.
Es un caso impresionante el que se cuenta del soldado Gil Perez, me quede con ganas de mas información y me encontre con este video que recrea el caso a la perfección : https://www.youtube.com/watch?v=SOa-RSfqpa4