En el hinduismo, los Astras eran armas sobrenaturales, las cuales eran utilizadas por una deidad específica.
Conjurarla o utilizarla requería del conocimiento de un mantra o invocación, aunque con ciertos Astras el conocimiento de su mantra era insuficiente: tenían que ser recibidos directamente de la mano de la deidad que la concedía como un don. Cada Astra poseía unas condiciones específicas de uso y la violación de dichas condiciones podría llegar a ser fatal. Debido al gran poder de estas armas, su conocimiento pasaba de maestro a discípulo de forma exclusivamente oral.
Los Astras juegan un rol muy importante tanto en el Ramayana como en el Mahabharata donde son utilizados en grandes batallas por arqueros como Rama, Karna o Bhisma. De hecho Rama mató a Ravana invocando el Brahmastra. Se ha planteado la posibilidad de que, al igual que sucedía con los Vimanas, algunos Astras funcionaran a partir de “depósitos de mercurio” o de líquidos muy semejantes, a los que se haría circular rotando a casi la velocidad de la luz.
Existen varias docenas diferentes de Astras, según su “modus operandi” y características. Cada dios principal disponía de su propio Astra dotado de un determinado poder. Así, por ejemplo, el Devastra, utilizado por los Devas, era el equivalente mítico de los misiles convencionales modernos; el Asurastra, empleado por los Asuras, era el equivalente mítico de los misiles biológicos modernos. También se menciona el temible y destructivo Brahmastra, don de Brahma (el Creador), equivalente mítico de las armas nucleares modernas. Según se menciona en las sagas épicas de la India, el Brahmastra por sí solo era capaz de destruir el mundo entero.
Así describe el Mahabharata (Vanaparvan, capítulos 168-173) la batalla que enfrentó al guerrero Arjuna –un gran héroe- contra las hordas de Asuras:
“Indra, señor del cielo, exigió a Arjuna que destruyera todo el ejército de los Asuras. Estos treinta millones de demonios vivían en fortalezas situadas en las profundidades de los mares. Indra, señor del cielo, cedió a este efecto su propia vimana a Arjuna, pilotado por su diestro ayudante Matali. En la encarnizada batalla que siguió, los Asuras provocaron lluvias diluviales, pero Arjuna les opuso un arma divina que logró desecar todo el agua… Arjuna disparó un proyectil mortal que destruyó la ciudad entera en mil pedazos, dejando caer los fragmentos sobre la tierra.”
El Mahabharata es con toda probabilidad el poema épico más largo de la historia y los hindúes suelen considerarlo como un relato real. Se cree que fue escrito en el siglo III a. C. aunque hay autores que defienden que se remonta hasta los siglos XIV y XV a. C. Contiene datos astronómicos y conocimientos sobre política, religión y filosofía, entre otras muchas materias. Mahabharata viene a significar la “Gran Guerra de la India” y ese es, precisamente, el argumento de este texto complejo y extenso basado en la lucha dinástica entre dos ramas de una misma familia: los Kurus y los Pandavas, por el trono de Hastinapura, un reino del norte de la India, en el célebre campo de batalla de Kurukshetra.
Buena parte de la narración describe las batallas individuales de los diferentes héroes de ambos bandos, las formaciones militares que emplean, la diplomacia de la guerra, reuniones y discursos entre héroes y comandantes así como la descripción de las armas que utilizan y su forma de combatir.
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