La conspiración del Nuevo Orden Mundial empezó como parte de una teoría más antigua que formaba parte de la mitología conspiranoica de la John Birch Society, acerca del supuesto rol de la Organización de las Naciones Unidas. Según esta teoría, las Naciones Unidas no serían más que una herramienta de la Unión Soviética, cuyo fin era la completa subyugación de Estados Unidos ante la ONU. Esto permitiría la implantación de un malvado gobierno comunista mundial que eliminaría las libertades individuales de todos los norteamericanos.
Como en todas las teorías conspiratorias absurdas, existen numerosas variaciones de ésta que se contradicen entre sí. La versión más popular aseguraba que eran los «banqueros internacionales» (otro término para designar a los judíos) quienes estaban tras bambalinas, controlando secretamente tanto el Gobierno estadounidense como el soviético. Otra, las más racista, acusaba directamente a los sionistas (como siempre). Ya que la mayoría de los teóricos de la conspiracion creen que los judíos están detrás del capital, el comunismo, o ambos, estas tres versiones a menudo se mezclan como una, dando como resultado una historia completamente ridícula.
Los conspiranoicos que creen en el Nuevo Orden Mundial pueden redactar largas listas de personas e instituciones que, según ellos, están involucradas en esta supuesta conspiración, pero son virtualmente incapaces de mencionar el nombre de alguien que no lo esté (o al menos no sin ser desautorizados por otro conspiranoico). Organizaciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea, las Naciones Unidas y la OTAN son comúnmente consideradas grupos claves del Nuevo Orden Mundial. Lo mismo pasa con los presidentes, primeros ministros y monarcas de naciones de distinta importancia (Estados Unidos o el Congo, da igual, son gente poderosa y por lo tanto deben ser malignos). Algunos llegan al extremo de acusar a estas personas de formar parte del mismo linaje. Los creyentes citan frecuentemente un listado de 13 prominentes familias a las que acusan de estar detrás del Nuevo Orden Mundial, entre ellas destacan los Rockefeller, los Kennedy, los Onassis, los Morgan, los Li, los DuPont, la dinastía merovingia (que incluiría a toda la realeza europea) y, sobre todo, los Rothschild.
Otras versiones son simplemente readaptaciones de la clásica teoría de la conspiración Illuminati, según la cual una antigua organización secreta (los Illuminati) está trabajando secretamente para dominar el mundo, exterminar a la humanidad o cometer alguna otra fechoría digna de algún supervillano de las caricaturas. Muchas veces los Illuminati son explícitamente mencionados como parte de la conspiración del Nuevo Orden Mundial. Otras versiones involucran agrupos más recientes como la Comisión Trilateral y el Grupo Bilderberg (los cuales, al contrario de los Illuminati, existen en la vida real). Lo mismo pasa con los masones, el «hombre del saco» de los conspiranoicos desde hace siglos. La mayoría de las versiones caracterizan al Nuevo Orden Mundial como una conspiración judía internacional, aunque otros gurúes conspiranoicos evitan ser explícitamente antisemitas. Por ejemplo, el teórico de la conspiración y eterno candidato presidencial populista estadounidense Lyndon LaRouche cree que los británicos se encuentran detrás de la conspiración, y que los judíos son meros peones en este juego de poder.
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